"Juramos goardar et defender el Reyno de Navarra, sus fueros, costumbres et libertades"
"Nafarroako Erresuma, bere foruak, obiturak eta askatasunak zaintzea eta defendatzea,zin agiten duzu..."
DISCURSOS DEL REY DE ARMAS
(FERNANDO HUALDE)

Foto: Alberto Galdona (Diario de Navarra)

PRESENTACIÓN

         Infanzones, fijosdalgos, esforzados caballeros, bellas damas, doncellas de rostro hechicero, oíd, oíd, oíd:


        Su Alteza Real, el Rey de Navarra, os invita a celebrar una fiesta singular, una fiesta que antiguamente se desarrollaba en los diversos alcázares del Reino.
        Si la ambición, las armas, y el paso de los siglos, desmoronaron muchas de aquellas regias mansiones y fortalezas, asombro de Europa, en pie –al menos- nos quedó una bella tradición.
        El Muthiko Alaiak nos congrega esta tarde para celebrar la Fiesta del Rey de la Faba, por nuestros reyes instituida.
        Navarra va a proclamar hoy en esta fortaleza de Artajona a su Rey y Señor, para que vele por la integridad de su suelo, de sus hombres, de sus valores...
        Hoy, como ayer, vamos a ver sentado en el trono a un hijo del pueblo liso y llano. Rindámosle pleitesía, entreguémosle nuestro entusiasmo, para que este niño, hoy coronado, sea digno de la merced que le va a ser otorgada.
        Y mientras la corte de Navarra se inclina ante él, ¡trovadores!, ¡juglares!, ¡pulsad cítaras y cantad trovas!, ¡que suenen los salterios!.
        Y vosotros heraldos, coronad las altivas torres de nuestros castillos, y pregonad a todos los pueblos que, en Navarra, sí, algunas instituciones pasan, igual que pasan las gentes, pero algunas tradiciones vamos recobrando, y al final, lo que importa es que el espíritu queda... ¡y renacerá!. Estad seguros de ello.
        Y que aceptando con gozo el ritmo histórico de cualquier momento, queremos avanzar siempre por el camino del honor y del deber, sin renunciar jamás a nuestras íntimas esencias.
        Y ahora, en este magno templo de San Saturnino, atalaya de este recinto amurallado y de esta buena villa de Artajona, fortaleza de piedad que en otro tiempo formó parte del viejo reino, bajo el recuerdo de Sancho III el Mayor y de Carlos III el Noble, y de todos aquellos monarcas que ocuparon el trono, desde Eneko Arista hasta Enrique de Albret, el sangüesino, volveremos a escuchar aquello de juramos guardar et defender el Regno a nuestro poder.
        Y cada uno de nosotros, cuando oigamos estas palabras, juraremos lo mismo en nuestro corazón; contraeremos el compromiso de aunar esfuerzos, respetando opiniones, para trabajar por nuestro futuro, enraizados en nuestro ser y en nuestra historia.
        Que este juramento, y este es nuestro deseo, agrupe a todos los hijos y sectores de nuestro viejo reino. Que agrupe también a la diversa etnia, a la diversa lengua, a las diferentes ramas de nuestro rico folklore, no vaya a ser que en un futuro alguna de estas sirva para dividirnos.
       
        Y ahora, manteniéndonos unidos en este juramento de guardar y defender el reino, logremos entre todos un gran porvenir para nuestro pueblo.
        Gentes del Viejo Reino: oíd, oíd, oíd.

Foto: Alberto Galdona (Diario de Navarra)

ALOCUCIÓN CENTRAL
        Acabamos de oír la lectura del mandato real, lectura esta que, como el resto de la ceremonia, es réplica exacta del acto de coronación de los antiguos reyes de Navarra. Hasta el punto de que hemos querido reproducir fielmente aquél acto solemne; el juramento que realizará enseguida el rey niño ante las Cortes es un extracto del que efectivamente realizó en la Catedral de Pamplona el propio rey Carlos III el día de su coronación, cuyo original, sabedlo, se guarda con cariño y celo en los archivos de la seo pamplonesa.
        Estad atentos, ¡abrid todos vuestros sentidos a cuanto hoy veis aquí!. Muy en pequeño, pero realzado por la bella delicadeza de la miniatura, vais a tener el privilegio de contemplar cómo era la coronación de un rey en Navarra; y lo vais a ver en este escenario que es la iglesia de San Saturnino, Monumento Nacional desde 1931, donde fueron bautizadas a la fe aquellas gentes que antaño habitaron este Cerco de Artajona cuando ésta, con reconocidos méritos, recibía el título de buena villa.
        Gentes nobles y valientes las de este lugar; gentes que fueron fieles a su rey y a su historia; y entre ellos, simbolizando a todos, recordamos muy especialmente la figura de Saturnino Lasterra, que en el año 1099 participaba en la toma de Jerusalén a las órdenes de Godofredo de Bouillon; éste ultimo, premiando su valor y su lealtad, le obsequió al guerrero artajonés con una pequeña imagen de la Virgen que Godofredo llevaba siempre en su silla de montar; imagen esta a la que inicialmente se le conoció aquí con el nombre de Nuestra Señora del Olivo, pues Saturnino Lasterra le había erigido una ermita en un olivar de su propiedad, y que desde 1614 se le conoce y se le venera con el nombre de Nuestra Señora de Jerusalén.

Hainbat mendez herri honen historia euskaraz bizi izan da; hizkuntza hori zen etxeetan mintzatzen zena, tabernetan, karriketan, gerra garaian, bai eta bake urteetan ere.

        Decía que aunque vuestra memoria, ni la de las últimas generaciones de artajoneses, alcance a recordarlo, sabed que durante siglos la historia de esta villa se ha vivido en euskera; era esta la lengua que se hablaba en las casas, en la taberna, en las calles, lo mismo en tiempos de guerra que en tiempos de paz. Y no faltaron otras lenguas, ni otras culturas. Y todas ellas configuran vuestra historia, nuestra historia, enriqueciéndola.
        Y esa misma historia nos dice que Navarra fue un reino, un estado independiente, con moneda propia, con ejército, con sus propios reyes.   

        Abrid ahora vuestros sentidos. Vais a ser testigos de la coronación simbólica de un Rey de Navarra. En esta ocasión lo hacemos en la persona de un niño artajonés, Iñigo Elizalde Ventas. Representa él a todos los hombres y mujeres de esta tierra, ¡a todos!, a los de su tiempo, y a los de toda nuestra historia; a los que tienen aquí sus raíces y a los que, sin tenerlas, han hecho de este pueblo su patria. A los que siglos atrás tomaron las armas en defensa del reino; a los que asistieron, sorprendidos, a la llegada del cabildo de Toulouse para hacerse cargo de este templo; a quienes, piedra a piedra, levantaron este recinto amurallado que hoy llena de orgullo a Artajona, y con ella a Navarra entera; a todas las mujeres que llevaron el peso de casas y de haciendas; a todas aquellas generaciones que nos han ido pasando el relevo del amor a esta localidad de Artajona; a los que forjaron, desde lo sencillo y lo cotidiano, el día a día de esta localidad; a los que protagonizaron siglos de vida rural; a los que dieron su vida en diferentes momentos de la historia en la defensa de lo que fueron sus ideales.
En definitiva, a todos cuantos a lo largo de la historia han dado vida a este lugar y a esta buena villa de Artajona.
        Así pues, es mucho y bueno lo que Iñigo representa hoy.
        Y lo hacemos precisamente aquí, en esta parte de la Navarra que un día fue sometida por su lealtad al Rey de Navarra; que fue rebajada, por esa misma razón, del título de buena villa, y que gracias a su persistencia lo volvió a recuperar cien años después. Es aquí, como digo, donde los artajoneses, que merced a doña Urraca de Castilla, llegaron a ser durante cinco años reino castellano, vieron cómo se perdía nuestra independencia y nuestra identidad, la misma que hoy, ahora, la exaltamos como referencia de futuro.

Carlos III, igual que lo hicieran tantos y tantos monarcas en Navarra, juró su cargo en la Catedral de Pamplona poniendo a la Virgen del Sagrario por testigo. Iñigo lo hace hoy, como no podía ser de otra manera, ante la pequeña imagen de la Virgen de Jerusalén, y al amparo también de esta soberbia talla del San Saturnino, titular de este templo, y que recibió aquí la veneración antes que en ningún otro lugar de Navarra.

        Y ahora, antes del solemne acto de la coronación, a requerimiento de los tres brazos que componían las Cortes de Navarra (Infanzones, Nobleza y Clero), y en presencia de varios embajadores y del legado pontificio, juraba el Rey a su pueblo -igual que Iñigo jurará ahora- guardar y mejorar sus Fueros, Usos, Costumbres, y Libertades.

Foto: Alberto Galdona (Diario de Navarra)

DESPEDIDA
        Vecinos de esta localidad de Artajona…, vecinos de otras buenas villas que nos acompañáis, y de ello agradecidos estamos…; habéis asistido a un acto único, histórico.
Hemos visto una coronación real tal y como la celebraban nuestros reyes; hemos recuperado también una ceremonia peculiar, la del Rey de la Faba.
Y de todo esto, fundido en un solo acto, hemos hecho un homenaje a los hombres y mujeres de este noble lugar.
Para unos esto que aquí se ha vivido es folklore, y no les falta razón. Para otros, para nosotros, hombres y mujeres de esta tierra, hombres y mujeres del viejo Reyno de Navarra, además de folklore esta ceremonia ha querido ser una forma de recuerdo a todos aquellos navarros que dejaron su vida hace casi cinco siglos en defensa de la noble causa de la libertad y de la independencia de Navarra. Va por ellos; por quienes resistieron en Amaiur, por los que murieron en Noain, por cuantos navarros, durante siglos, contribuyeron a mantener la identidad, la libertad, y la independencia del Reino.

Iñigo… ¡enhorabuena!. Es nuestro deseo que tú, que tus compañeros, que las nuevas generaciones que vienen empujando… mantengáis encendida la llama, mantengáis vivo el recuerdo y la memoria, de aquellos antepasados nuestros que hicieron de valores como la libertad, la fidelidad, el valor, y la constancia…, su bandera.
Eso significa nuestra bandera de Artajona, y eso significa nuestra bandera de Navarra.
Nunca olvidéis vuestra historia; preocupaos de conocerla, la de Navarra, y la propia de Artajona, que es más rica y más importante de lo que creéis. Indagad porqué está aquí este recinto amurallado, porqué no fue destruido cuando otros sí lo fueron, o porqué en este templo se venera a San Saturnino, o cual es el origen de esa Virgen de Jerusalen que canaliza vuestros sentimientos religiosos y los de todos vuestros antepasados. Y mil detalles más.
No olvidéis que esta tierra que pisáis, que estas casas que habitáis, que estas calles, que este Cerco de Artajona… han tenido una historia y una cultura que debemos conocer, respetar, y hacer nuestra. Y es, además, tened la certeza de ello, una historia de la que globalmente nos podemos sentir muy orgullosos. No en vano la han forjado cuantas generaciones nos han precedido.
Desde el Muthiko Alaiak es nuestra intención que esto que acabamos de vivir aquí en este templo, sirva para que os detengáis un momento y os miréis en el espejo de vuestra historia; para que os sintáis orgullosos de ser artajoneses; para que os comprometáis con vuestro pasado, con vuestro presente, y con vuestro futuro. Que Artajona merece la pena, ¡de verdad!.

Finaliza ahora este acto con el desfile por el pasillo central de los diferentes brazos de las Cortes de Navarra. Con solemnidad marcharán los Infanzones, los Nobles, el Clero, doña Blanca de Navarra con el Príncipe de Viana, el Rey de la Faba, y el Rey de Navarra; en ese orden.

Gracias por vuestra asistencia, y desde este alcázar de Artajona nuestra gratitud a todos cuantos habéis hecho posible que el día de hoy sea digno de quedar grabado en los Anales del Reino.
Ezkerrik asko. Muchas gracias.

Foto: Alberto Galdona (Diario de Navarra)



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